En Como si de otro ella fuera, título del libro que publiqué recientemente, imagino una serie de situaciones en las que los personajes viven con la sensación de que su existencia se les escapa, como quien se sube a un tren rápido, sin paradas, para un destino que no es el suyo. Y mientras el viaje no deseado continúa a lo largo de sus vidas, los personajes ven su existencia a través de la ventana de un vagón de segunda clase, siempre con la extraña sensación de viajar clandestinamente. Algunos de estos personajes intentan, en ocasiones, derribar los muros en los que les aprisiona su visión del mundo y cuando abren los ojos al exterior, ese movimiento continuo formado por hombres, cosas, sociedad, leyes, hipocresía, encuentros y desacuerdos, se sienten perdidos. Lo que ven es su vida como si fuera la de otro y lo mejor que pueden hacer es perderse en esa isla a disposición de todos los vientos llamada yo.