Pelucas, por Luli Delgado
Yo de la Barbie no tengo mayores recuerdos. Tuve varias y me acuerdo de los vestidos y zapaticos, que le sirvieron de juguete y merienda al perro de mi infancia. Pero gracias a la Barbie protagonicé a muy corta edad lo que más adelante me tocó estudiar en serio. Me refiero a la toma de decisiones.Me invitaron a una piñata y dos o tres días antes mi mamá se presentó con una caja enorme. Estaba todavía sin envolver, y tenía nada más ni nada menos que tres pelucas de la Barbie, de esas que parecían un gorro de baño y que se adaptaban perfecto a nuestras cabezas.¡Aquello era un tesoro! Le dije a mi mamá que yo las quería para mí, a lo que me respondió: “tú decides. Si vas a la piñata tienes que llevárselas de regalo a Fulanita. Si no, no vas a la piñata y te las quedas”.Demasiado para tan poca...