¡Mira… mira!,
José Manuel Peláez
Yo estaba engolosinado con desarrollar mi incomprensión acerca de cómo era posible que la Humanidad siguiera cometiendo los mismos errores: creyendo en quien no merece su confianza, alabando a quienes tienen pies de barro, riéndole las gracias a los que no saben más que aprovecharse de ellos. A mi encendido verbo, Manolo solo dijo:─ Te entiendo perfectamente, pero la explicación está a la vista – y siguió pendiente de mi discurso.La verdad era que me estaba quedando sin discurso porque la falta de rebote del adversario, o sea de Manolo, empezaba a agotarme, pero no me pensaba dar por vencido y me metí con las guerras de las que nunca hemos prescindido, de los innumerables triunfos de los villanos, del fracaso por no haber encontrado una forma de gobierno que nos haga felices a todos.─ ¿Por...