El viajero,
por Jimeno Hernández Droulers
En 1953 apreció un perro callejero en Campiglia Marittima, pueblo de la provincia de Livorno, en la región Toscana. Llegó a bordo de un tren de mercancía. Elvio Barletanni, jefe de la estación decidió adoptarlo y lo llevó a casa. Era gentil y simpático, eso dijo su hija al instante de conocer a su nuevo mejor amigo.
Le pusieron por nombre “Lampo”, pues corría como un relámpago y así se dice aquel vocablo en italiano. Se convirtieron en compañeros inseparables, incluso la escoltaba al tomar el tren hasta Piombino, donde iba a la escuela, esperándola para hacer el viaje de regreso.
A las autoridades y algunos en el pueblo no hizo gracia el tema del perro viajero, así que decidieron montarlo en un tren de mercancías con dirección a Nápoles, pensando que jamás volverían a saber de él. Va...