Paisaje urbano – José Pulido
En este país no te puedes sentar a descansar apaciblemente en ninguna parte. Parece imposible lograr algo tan sencillo: sentarse quietecito a mirar, sin ninguna molestia, el paisaje urbano.
Pero hay lugares en donde sentarse equivale a una experiencia casi paranormal, o en donde definitivamente no te puedes encontrar ni contigo mismo.
Un día cualquiera me senté en la plaza Bolívar y me sentí como se debe sentir todo el que se sienta allí: rodeado de poder y sin ningún poder. Frustrado y sin poder frustrar a nadie. Las palomas, que evidentemente no saben que Bolívar es el Libertador, lo cagan, cariñosamente, pero lo cagan. Y los niños que la gente lleva a la plaza para que se distraigan, con su amor desinteresado y sus ganas interminables de jugar, dan comida a las palomitas y las per...