Un buen día, estuve a punto de perder mi primer trabajo por unas ondas acústicas o, simplemente, un teléfono malogrado entre mi salón de clase y un auxiliar que lejos de auxiliarme me incriminó por su defectuoso oído.
En el aula, mis alumnos estaban felices comentando un cuento. Solía, desde mis primeros años como maestra, poner las palabras en contexto o teatralizarlas. Empecé: Está en un lugar oscuro y abierto… La echamos andar para llam...