Gente que Cuenta

El cuento del SIMBOLO y el fútbol Ingrid Mattiuzzi

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Colin Kaepernick

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Había una vez un pueblo. No, mejor dos ciudades, dos familias, dos individuos que decidieron hacer un pacto que podía ser la unión en matrimonio de dos de sus hijos, el permiso para atravesar sus tierras, el reconocerse creyentes en un Dios común…

Tomaron una pieza plana de terracota y la rompieron de manera que los bordes quedaran irregulares. Los protagonistas debían guardar cuidadosamente sus respectivas partes porque era el único comprobante del pacto. El fragmento se volvía un tesoro que identificaba, una credencial que abría puertas (un salvoconducto), un documento que hacía revivir la alianza.

La aparentemente insignificante pieza de terracota se llamó símbolo: el concreto que demuestra lo abstracto.

El cuento sigue.

Poner una rodilla a tierra es respeto hasta postración ante alguien o algo. Los animales lo hacen de forma instintiva cuando están por morir frente al enemigo más potente, invocando piedad.

Cuando George Floyd murió el animal que se le arrodilló encima no lo hizo por ninguna razón instintiva o de respeto. Floyd era la tierra, el apoyo.

El 1 septiembre 2016 Colin Kaepernick, quarterback californiano decide arrodillarse cuando entonan el himno norteamericano al inicio del partido. Desea externar su dolor por las víctimas afroamericanas asesinadas por la policía.

George Floyd murió en 2020. La brutalidad de esa policía continúa.

El gesto rebelde de Kaepernick elevó a SIMBOLO el arrodillarse al inicio de un partido para recordar ese pacto al que todos los seres humanos debemos participar. Es un gesto de solidaridad contra todo racismo en campo deportivo o de parte de policías brutales.

Con una audiencia de más de 100 millones de televisores conectados en cada partido del Campeonato Europeo de Fútbol, el arrodillarse es el momento para mostrar nuestra pieza de terracota, para no hacer ver que (muchos) la han perdido por el camino.

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Ingrid Mattiuzzi es arquitecto, teóloga, guía turística, curiosa, viajera incansable. Profesora
formadora en la escuela pública italiana. Reside desde hace más de treinta años en Toscana, Italia.
Esposa y madre de dos hijos.

ingridmattiuzzi@yahoo.es

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