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La cabeza de El Zorro, por Luli Delgado
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La cabeza de El Zorro, por Luli Delgado

Pocas cosas he deseado en mi vida con tanta vehemencia como la cabeza de El Zorro de la última página del álbum de Disney. El colegio entero andaba a la caza, pero nada que aparecía. Hasta que por fin “salió”, completamos el álbum y el capítulo pasó al olvido, o dio paso a otro álbum, vaya uno a saber.Esas barajitas recuerdo que olían rico, a tinta de imprenta, según me enteré después, y había que pegarlas con cola escolar o con almidón hervido, pero siempre con muchísimo cuidado para que no se chorreara, porque después se pegaban las páginas y el encanto de aquel tesoro se desvanecía inmisericorde.Para las monjas la regla era clara y muy estricta: barajitas nada más que a la hora del recreo, pero díscola de nacimiento, recuerdo la fascinación adicional de tratar de cambiarlas en el salón ...
La Cenicienta malvada, por Luis Alejandro Rodríguez
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La Cenicienta malvada, por Luis Alejandro Rodríguez

Cuando percibimos algo como “inocente”, subestimamos el daño que nos puede causar. Este es el caso del estrés oxidativo.Al igual que la diabetes o la hipertensión, el estrés oxidativo afecta a todo el cuerpo. Nadie dice “Yo soy hipertenso del brazo derecho” o “Yo soy diabético de la cintura para abajo” pero sí puede haber oído a alguien decir: “tengo la piel dañada por el estrés oxidativo”.Las enfermedades que afectan a todo el organismo, dependiendo de las características individuales de cada uno de nosotros, pueden lesionar a unos órganos más que a otros. El estrés oxidativo puede mostrarnos el daño que provoca en la piel, pero no quiere decir que no esté atacando igualmente los otros órganos del cuerpo, por lo que en un futuro podría aparecer además del daño en la piel, Alzheimer, Parki...
El hombre sin talento, por Felipe González Roa
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El hombre sin talento, por Felipe González Roa

-El único talento que tengo en la vida es saber leer – dijo el profesor.Los estudiantes, en silencio, escuchaban y veían a ese hombre que durante años les despertó admiración por su sabiduría y sagacidad. Precisamente él confesaba ser un hombre de muy pocos talentos.- Solo sé leer. Es lo único que realmente aprendí. Sobre esa única habilidad he logrado construir todo lo que soy y, más importante aún, todo lo que sé – insistió.“La lectura debe ser una de las formas de la felicidad”, comentó una vez el novelista argentino Jorge Luis Borges. Ya había advertido en 1979 contra lo que denominó “lectura obligatoria”.“La lectura no debe ser obligatoria. ¿Debemos hablar de placer obligatorio? ¿Por qué? El placer no es obligatorio, es algo buscado…Yo he sido profesor de literatura inglesa durante ve...
El mata chino, por Getulio Bastardo
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El mata chino, por Getulio Bastardo

La lectura de El Matachín de Cantaura (*), me hizo recordar un nombre parecido, pero más trágico.Al lado de la medicatura donde hice medicina rural, vivía un señor procedente de Trinidad, Pierre se llamaba. Le decían brujo y él afirmaba que tenía comunicación con los espíritus.De 65 años, piel morena, de estatura baja y andar despacio y sigiloso, una calvicie bien pronunciada rodeada de canas enroscadas. Hablaba español, por supuesto con acento inglés; un día me invitó a su santuario en la casa donde vivía; me hizo entrar sin zapatos en una habitación alfombrada, con poca luz y cargada de imágenes, entre ellas muchas flores donde destacaba un ramo de rosas rojas sobre fondo negro, una foto grande del sistema solar y del horóscopo y otras cosas.Me mostró una pequeña pirámide de cristal, la ...