Manolo aceptaba que la palabra opinofilia no existía en el diccionario de la RAE, era un hecho. Él simplemente la había inventado para retratar la afición extrema que tenemos a opinar y la facilidad con que las redes sociales convierten opiniones en verdades.
─ Pero ¿qué quieres Manolo? ¿Que no opinemos? ─ le pregunté.
─ Solo creo que pensar antes de opinar puede ser interesante.
─ Pensar ¿en qué? ─ yo no iba a soltar el hueso tan fácilmente.
Entonces Manolo enumeró una detallada lista de temas a pensar: ¿hace falta mi opinión?...