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Puntos suspensivos, por Luli Delgado
88b, Luli Delgado

Puntos suspensivos, por Luli Delgado

Yo creo que es porque de tanto oír la misma cosa, ya no hace falta explicar más allá, pero lo cierto es que nos las arreglamos para decir muchísimo apenas con el enunciado.Por ejemplo: ¿hay frase que diga más que “yo te lo dije”? Yo te lo dije significa de todo, porque, como en una masa de hacer tortas, se mezclan irremediablemente, la cobranza, la terquedad de quien no oyó, algo de superioridad del que lo dice y, por último, la apretada capacidad del otro de retrucar.Hay otras palabras como pegadas con hilo a una secuencia de puntos suspensivos que condenan tanto o más que una sentencia de última instancia. “Francamente…”, es una de ellas, eso por no mencionar, pero ya mencionando “hay que ver”…. "A mí se me puso..." "Típico tuyo..."Difícil levantar la cabeza después de enunciadas.No sé s...
La sonrisa rota, por Ileana Moreau
88b, Ileana Moreau

La sonrisa rota, por Ileana Moreau

Normalmente la sonrisa es alegre, natural, espontánea, es luminosa, transparente, contagiosa, es como un día soleado, como un mar cristalino, refleja felicidad, transmite verdad, da paz y sosiego, es el mejor maquillaje y bálsamo antiestrés, pero hay sonrisas tristes, sombrías, que más que sonrisas parecen muecas, son arrugadas, ajadas, choretas, como morisquetas.A veces cuando decimos que todo está bien, a pesar de llevar un dolor en el alma, por una pérdida, un sufrimiento, por razones que solo nos pertenecen, debemos aparentar ser fuertes, porque la debilidad es de cobardes, nos han dicho, sin embargo el dolor se asoma sin pedir permiso y aparece súbitamente en la sonrisa rota, esa que es una caricatura, es fingida porque esconde una pena, un dolor, una tristeza, un desencuentro...
Sexador, por Carmen Concha-Nolte
88b, Carmen Concha-Nolte

Sexador, por Carmen Concha-Nolte

"Soy sexador, encantado", le dije. Estaba apurado. Debía cambiarme, alargaba mis pasos para llegar a tiempo. Me tocaba el segundo turno. No dejaba de pensar, ¡oh sus ojos!, en ella. Creo que le di la mejor impresión. Bueno, algo la deslumbré, eso creí.Más que afortunado, entre semana me la encontré. Estaba vez parecía asombrarse con solo mirarme. Por momentos me evitaba. Le dije que era linda y la invité a salir. Me dio pretextos: su padre, trabajo atrasado, visa por vencerse, el perro…  "No hay problema, yo espero", respondí. Rehusó darme su Snapchat. Lo busqué; me bloqueó y desbloqueó.Por fin gané el privilegio de salir con ella. Estaba intrigada, fui tan tonto que apenas lo noté. Su belleza me desmembraba. Por descuido, dejé una pluma en mi pelo a pesar de haberme bañado. Al segundo, el...
El barbero, por Alejandro Moreno
88b, José Alejandro Moreno Guevara

El barbero, por Alejandro Moreno

Me cuentan que pasó exactamente como yo se los voy a contar. Hubo en Cumaná un barbero. Este barbero sabía de todo un poco. Su mujer Honorina no era bonita, tampoco era fea. De vez en cuando el barbero y Honorina se sentaban en el porche de la casa a agarrar fresco, digámoslo así. El barbero tenía una botella de ron guardada en una alacena y cada tarde del sábado se echaba un palo, pero solo los sábados. La mujer del barbero, Honorina, no tomaba, solo lo hacía él. Así, pasaron cuarenta años y otro poquito.Una tarde después de volver del cine Pichincha, el barbero murió. Su mujer, Honorina, lo lloró como debe llorarse a un marido que ha sido bueno cuarenta años y otro poquito. Velaron al barbero. Honorina estaba triste. El siguiente sábado después de la muerte del barbero, Honorina abrió la...
Dos centavos, por Leonor Henríquez
88b, Leonor Henríquez

Dos centavos, por Leonor Henríquez

read it in EnglishHoy salí a comprar un pan y una rosa.El pan porque se me acabó y me gusta en el desayuno.La rosa, para complacer un deseo de alguien muy especial, una niña de cuatro  años, mi nieta Natalia.Hace poco tiramos una piedrita al río y le dije que pidiera un deseo. Ella dijo que su deseo era una flor.Y yo me dije, "bueno, una rosa para Natalia".Esta mañana, cuando iba en camino a la panadería y floristería, ya intuía que ésta, no era una misión ordinaria.Compré el pan y una rosa de color coral.Salí de la tienda con una sensación de plenitud difícil de explicar, como si no me faltara nada, ni en mi despensa, ni en mi vida.Conduje hacia mi casa dispuesta a desayunar y sorprender a Natalia con su flor, su deseo cumplido.Y así termina esta historia.Simple y fugaz, como un pan o una...