Una de mis muchas bendiciones sin duda fue haber compartido con mi mamá, Lulucita, sus últimos cuatro años de vida.
Durante este tiempo, la línea genealógica se hizo confusa, lo que me hizo que de hija pasé a ser mamá y a través de ella regresé a los días de infancia de mi Ceci. Solamente quien lo vive puede entender.
Reviví la emoción que sienten los pequeños con un par de zapatos nuevo, o con un regalito traído de la calle. Cantamos mucho juntas, le prometí su pijama preferida a cambio de que se bañara. En fin, había aprendido a ser...