El mejor aderezo,
por Luli Delgado
Durante mi época de estudios fuera, una Navidad que vine a Caracas fui a saludar a mi abuela.
Ella, no muy dada a elogiar, me sorprendió diciéndome que estaba muy buenamoza. “Blanca y repuesta. Te ves muy bien”. Yo le di las gracias, pero sentí que era prioridad máxima irme a la playa y bajar de peso.
Es que “blanca y repuesta” no eran, en aquella época, nuestros patrones de belleza.
Vamos por partes. Mi generación tenía por costumbre hacer lo que hoy se considera una salvajada: mezclar aceite de bebé con yodo y acostarse empatucada en esa pócima bajo los inclementes rayos solares de El Caribe, que no son cualquier cosa. Otros seguían el mismo método pero con Coca-cola…
En cuanto a los kilos, la gran mayoría de nosotras ha pasado buena parte de su vida adulta pendiente de l...