El turpialito que lo llama – Alejandro Moreno
Otilio se está meciendo en su chinchorro. La brisa es un guarapo que lo adormece. Cae en un sopor muy dulce que le acomoda el alma. Piensa en su mamá y en los pajaritos y en las canciones y en la vida.
A pesar de que tíene dolor, le echa vaina a su amigo Henry, que lo ayuda a incorporarse del chinchorro. En un pocillo de peltre se echa el último guamazo. Con un gesto de ternura toma el cuatro y lo acaricia. Su bigote canoso se está quedando dormido y un turupialito lo llama.
Otilio abre los ojos y con la resolana de la serenata del turpialito se despide. Y en medio del bochinche de las Chispitas que lo duermen alza su vuelo.
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