La maleta, por Leonor Henríquez
La maleta no llegó. Se quedó en un limbo entre Miami y Toronto. Llegué a casa de madrugada, agotada, sólo yo y mi derrotada humanidad. Ese otro paquete complejo y a veces mal amarrado.Ese otro contenedor que llamamos cuerpo, físico o etéreo, terrenal o astral, pero que igual que las maletas, hay que trasladar de un lado a otro, arrastrar a veces, en carro, en taxi, en tren, en avión, en burro, a pie.Pero como decimos en mi país “sarna con gusto no pica”.Cuando uno viaja, sobre todo a ver a los hermanos después de una larga pandemia, se llega con el cuerpo cansado y los bolsillos vacíos, pero el corazón lleno. Con razón dicen que viajar es la única actividad donde uno gasta dinero para ser más rico.Y todo esto de la maleta, que no llegó, me inspiró esta otra reflexión. Al final uno se va de...