Nikita mon amour,
por Victorino Muñoz
Al igual que debe haberle sucedido a muchos de ustedes, yo también tuve una mascota muy especial, que ya no está conmigo más que en mis recuerdos y pensamientos. Pero no fue en la infancia, sino estando yo en la edad de adulto contemporáneo, como la llaman.
Dicen que si Dios no te da hijos, tal vez te dará sobrinos o perros o gatos, o todas las anteriores. En mi caso fue una gata. Nikita se llamaba. Le puse ese nombre debido a la serie de televisión: Nikita la femme.
Más que una compañera en mis tiempos de soledad, fue como una hija: pequeña, peluda y gruñona, pero encantadora. Y dormilona, como todas las gatas. Al igual que deben haber hecho muchos de ustedes, me cansé de tomarle fotos a mi Niki. Casi podría hacer un Kamasutra ilustrado del sueño felino, de unas mil páginas.
Aunq...