El bote del viejo,
por Getulio Bastardo
Nadie sabía su nombre, venía de una costa de aguas cristalinas y arena blanca del otro lado del golfo. El sol inclemente le había envejecido prematuramente la piel.Los surcos de la cara, los brazos y la espalda eran profundos, producto de la costumbre de hacer sus faenas en tierra a pleno sol con el torso descubierto. Tendría unos sesenta y cinco años, claro se veía de más edad. Sin embargo lucía fuerte.Un día llegó solitario y se quedó́. Se construyó una choza precaria de paredes y techos de palma de coco seco entramada, con piso de tierra dura.No tenía amigos ni compañeros de pesca, pescaba solo y para él.Salía a pescar a medianoche. Al repuntar el alba ya estaba de regreso en su rancho. Antes de llegar a casa pasaba por la tienda del pueblo a vender su pesca y hacerse de vív...












