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Getulio Bastardo

Pistola de papelillo, por Getulio Bastardo
103b, Getulio Bastardo

Pistola de papelillo, por Getulio Bastardo

Antes, en Venezuela los billetes de cien bolívares eran los de más alta denominación. Eran de color marrón, y quien tenía un “marrón“ en su cartera tenía poder.Se acercaba la navidad, la familia era muy pobre, de allí que esa fiesta que se acostumbra para esas fechas estaba negada. No había niño Jesús, San Nicolás, menos; este ni se conocía y los Reyes Magos tampoco llegaban.Pero los niños siempre sueñan con juguetes en cualquier momento. Él soñaba con una pistola de papelillo. Eran pistolas con un cilindro que giraba y se cargaban con una cinta de detonantes. Las pistolas no costaban más de 5 bolívares y las cintas de cien detonantes un real (Bs 0,50).Era el mejor implemento para jugar “caman”, que era un juego de bandidos armados con los dedos en forma de pistola y vaqu...
El silencio, por Getulio Bastardo
96b, Getulio Bastardo

El silencio, por Getulio Bastardo

Nos quedamos callados, ya no había nada de qué hablar, se habían agotado todos nuestros argumentos, ella en contra y yo a favor. Ella muy racional, yo, muy emocional. Nos miramos a los ojos quizás por última vez. Mientras nos tomábamos de las manos nuestros ojos se colmaron de lágrimas y lloramos en silencio. Mis pensamientos se llenaron de recuerdos, los de ella intuyo que también, iguales a los míos, buenos y gratos recuerdos. De eso vivíamos, de recuerdos. La vida nos trajo hasta aquí después de transitar cada uno por otros caminos. Coincidimos nuevamente en otra ciudad cuando menos lo esperábamos, aunque yo siempre guardé la esperanza de volver a verla en cualquier momento de mi sola existencia, no importa dónde estuviera, así fuera en un supermercado, un avión o el cementerio de cualq...
La novia del estudiante, por Getulio Bastardo
90c, Getulio Bastardo

La novia del estudiante, por Getulio Bastardo

Todas las semanas recibía sus cartas, perfumadas, que él respondía igualmente perfumadas y colocadas en sobres de colores muy suaves, rosado, violeta, azul, tal como habían llegado, escritas con caligrafía fina; por supuesto nunca las leí, pero supongo que se ratificaban su eterno y fiel amor.Su mesita de noche estaba adornada con la foto de la escribidora de cartas en un marco plateado repujado con arabescos donde predominaban corazones y rosas y algún cupido entreverado.No tenía ojos para ninguna otra mujer… solo para su prima y novia.Los estudiantes de medicina hacen sus pasantías en otras ciudades de la región y es por eso que en los últimos dos años o bienio clínico, como también se le dice, algunos deben salir de la ciudad.Llegó a su pasantía a hacer sus últimos ciclos, y ya el trato...
El Botox, por Getulio Bastardo
89c, Getulio Bastardo

El Botox, por Getulio Bastardo

No sé si a ustedes les pasa lo que a mí con la gente que se pone Botox en la cara, que se me hacen desconocidos.En realidad, me pasó con dos personas.Yo entiendo que quieran parecer siempre “jóvenes y bellas”, como me dijo una paciente esquizofrénica, una cuarentona que quería operarse la nariz mestiza, ancha y prominente.Al fin y al cabo, cada uno hace con su cara lo que quiera. El Botox sirve para eso, para esconder el paso de los años, las carencias naturales o el peso de la genética.Pero más que parecer “joven y bella” uno debe parecer sano y saludable, y esto solo se consigue con buenos hábitos de alimentación, sueño y actividad física.Hay que evitar los azúcares refinados, por ejemplo, y no todos estamos dispuesto a hacerlo.Es más fácil estirarse la piel, succionar la grasa abdominal...
Amores frustrados, por Getulio Bastardo
83c, Getulio Bastardo

Amores frustrados, por Getulio Bastardo

Era para la época lo más cercano a una novia que uno hubiese podido tener. No terminábamos de cuajar como novios, pero tuvimos más allá de una simple amistad. Todas las tardes me arreglaba con mis pantalones de lino, mis camisas almidonadas y planchadas, con mi formalidad, para visitarlos. Quizás fuimos esa clase de amores sin celos, reclamos, compromisos, peleas ni reproches, que al estar juntos nos disfrutábamos ¿hay algo más perfecto que eso? Era la tercera de cuatro hembras y un varón, el mayor era mi amigo. Me esperaban vestidos para conversar, jugar Monopolio, ir al cine, pasear solos o con sus padres. Éramos parientes lejanos. Con ella di mis primeros pasos en el baile, si es que eso se puede llamar bailar, a mover los pies hacia delante o hacia atrás, sin orden ni conciert...
Cura implosiva, por Getulio Bastardo
110c, Getulio Bastardo

Cura implosiva, por Getulio Bastardo

A medida que las sombras de la noche se apoderaban de la estancia, aumentaba la ansiedad del muchacho, de aproximadamente nueve años.Era una hacienda de caña de azúcar y cocoteros donde se fabricaba papelón. No había luz eléctrica ni ninguna diversión aparte de los cachos de los obreros en las noches.Estaba allí de vacaciones y le gustaba participar junto con los peones de las actividades de la molienda de caña, ayudaba a introducir los toletes de caña al trapiche y otras faenas menores.Los trabajadores lo consentían y protegían; valiéndose de eso fue que, presintiendo su soledad, se fue acercando a cada uno de ellos, para preguntarles si se quedarían esa noche en la casa o se irían a las suyas.Era sábado, habían cobrado su jornal, unos se irían a sus casas y los demás lle...
El galán, por Getulio Bastardo
86c, Getulio Bastardo

El galán, por Getulio Bastardo

Llegó una noche a casa de su amigo muy asustado, temeroso.- Me están persiguiendo, me quieren matar. Escóndeme.El amigo vivía en una casa con un garaje donde se podían guardar los carros alineados uno detrás de otro. Acomodaron o escondieron su camioneta primero y luego la del amigo. Así la hacía menos visible.Toda esta maniobra la hicieron apresurados y en silencio, él muy nervioso, temblaba, le sudaban las manos, sus axilas parecían pozos invertidos, miraba constantemente afuera y a la calle.Al fin entraron a la casa, donde la esposa del amigo, extrañada, los esperaba ya con la cafetera hirviendo.Se sentaron en la cocina expectantes y comenzó su relato.Vivía en un apartamento a cuyo edificio se mudó una pareja sin hijos. El esposo viajaba constantemente y la mujer se quedaba sola varios ...
Lectura de aeropuerto, por Getulio Bastardo
98c, Getulio Bastardo

Lectura de aeropuerto, por Getulio Bastardo

No levanté la mirada para verla partir. Mi café se mezcló́ con mis lágrimas, el otro permaneció intacto como mi amor por ella. Partió la única mujer que he querido, llevando con ella el único amor que tuve y he tenido. ¿De qué me quejo? Si yo acepté esa situación de ausencias largas y encuentros cortos.Ahora en mi soledad, como siempre, medito sobre lo pasado y me pregunto ¿por qué́? Nunca supe su dirección, su teléfono o el de su familia. ¿Por qué́ no nos veíamos en otras circunstancias que no fueran los eventos científicos? ¿Por qué́ no fue de la manera tradicional y corriente de amantes que se hacen pareja definitiva y “fueron felices para siempre”?Era un ermitaño en una selva de concreto que me gustaba estar solo y disfrutar de mi soledad y mis libros, hasta que la conocí́. Y...
Un encuentro postergado, por Getulio Bastardo
97c, Getulio Bastardo

Un encuentro postergado, por Getulio Bastardo

- "Vámonos de aquí. Ese no es el doctor, debe ser un enfermero", comentó una adolescente de trece años, que esperaba ser atendida por el médico del consultorio de medicina rural de un pueblo andino.Fue un momento en que la sala de consulta se abrió y vio a un hombre de tez morena, pelo negro ensortijado y bigote poblado a lo Oscar de León, enfundado en una bata blanca, que contrastaba con la imagen del médico español de piel blanca y cabellos canosos ya conocido que había sido relevado el diciembre pasado y ella no lo sabía.Diez años más tarde este mismo médico, un día al entrar a su sitio de trabajo, sintió su andar ralentizado por la presencia en la recepción del rostro más hermoso que sus ojos hubieran visto.Desde allí todos los días al llegar, se acercaba a saludar a las chicas del dep...
Una mujer en la calle, por Getulio Bastardo
87c, Getulio Bastardo

Una mujer en la calle, por Getulio Bastardo

Al final de la tarde, el sol resplandecía anaranjado ocultándose en las montañas, un disfrute a la vuelta del trabajo. Como venía absorto, no se dio cuenta de que algo o alguien había caído delante del carro hasta que escuchó el golpe. Con miedo, la vio levantarse. Le preguntó si se había golpeado.Ella se incorporó y respondió que no.Mientras se formaba un corneteo, ofreció llevarla, dijo que iba para El Bosque.En el carro seguía comentando: “Se me quebró un tacón justo cuando pasabas y por eso le di a tu carro tratando de apoyarme, pero me caí”.Era joven, alta, de caderas redondas y pechos grandes, piernas bien formadas que apenas cubrían una escasa minifalda. Los senos sobresalían a punto de desgarrar el sutil género de la blusa. Tenía facciones finas con un dejo árabe.Dijo que estaba de...
Amantes de un solo beso, por Getulio Bastardo
84c, Getulio Bastardo

Amantes de un solo beso, por Getulio Bastardo

Trabajaban juntos, eran profesores universitarios, casados con personas mayores que ellos. Ella, con un magistrado influyente y él con una maestra de primaria.Ella, de estatura promedio, rasgos delicados, piel morena, con un cuerpo cultivado en muchas horas de gimnasio.El alto, de contextura fuerte, buen hablar y mejor escribir, fotógrafo y músico aficionado. Hicieron buenas migas desde el principio.Ella pasaba horas en el cubículo de él o él en el de ella. Para estar más tiempo solos, corregían exámenes juntos y aprovechaban para disfrutar y reír de los disparates que algunos alumnos escribían como respuestas en las pruebas.Se fueron conociendo y contando cosas, adentrándose cada vez más en las intimidades del otro. Llegaron a creerse novios cuando una única vez se besaron en el cubículo ...
Afectiva y efectiva, por Getulio Bastardo
111c, Getulio Bastardo

Afectiva y efectiva, por Getulio Bastardo

Conduciendo al trabajo escuché por radio a una señorita, no sé si Psicóloga o personal coach, como creo que también se le llama, quien, palabra más, palabras menos, recomendaba a los padres que se abrieran a sus hijos adolescentes, que fueran asequibles a ellos, que fueran sus amigos, les contasen sus problemas. Esto no está mal, sino tardío.La confianza no se gana de un día para otro, mucho menos la amistad, además de que yo no estoy muy seguro de que los padres deban ser “amigos” de los hijos, pero ese es otro tema.Nadie puede ser amigo y abrirse ante un desconocido; he visto jóvenes que no saben en qué trabajan sus padres.Si dentro de la familia no hay el hábito de conversar, de contarse cosas, muchas de ellas sin importancia, hacer chistes de ellos y por supuesto, reírse de ...