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Luli Delgado

La última frontera – Luli Delgado
17a, Luli Delgado

La última frontera – Luli Delgado

A los más jóvenes que nosotros sería necesario explicarles cuáles eran las reglas del juego de nuestra infancia. Probablemente comenzaríamos con: “tú ni soñabas con nacer, pero…”. Pues bien, después de regresar del horario de la tarde del colegio, llegábamos a hacer la tarea lo más rápido posible, para podernos ir a jugar con los amigos de la cuadra. Había niños que preferían meterse directamente en la televisión, y entonces veían Meteoro, Camioneros, El Zorro, El llanero solitario, Hechizada, Viaje al fondo del mar, y para los más grandecitos se ofrecían programas como “Un paso al más allá”, que a mí no me dejaban ver, Combate y Viaje a las estrellas, todos imperdibles. Viaje a las estrellas empezaba con una voz que decía: “el espacio, la última frontera”. Aquello era lo máxi...
¿Qué quieres de mí? – Luli Delgado
Luli Delgado, 16a

¿Qué quieres de mí? – Luli Delgado

¿Qué esperan las los hombres de sus mujeres? Pregunta de toda la vida... Esta semana registrando las redes, me encontré con un grabado alemán datado de 1525, cuyo autor, el artista alemán Anton Woensam, (1493-1541), tituló ¨la mujer sabia”, el cual se explica por sí mismo. Veamos. Traducción En resumen, una mujer sabia debe conocer la diferencia entre el bien y el mal, ser humilde, no chismorrear, ser fiel, realizar buenas obras y ser firme en su honor. Fue realizado pocos años después del cisma luterano de 1517, lo que resulta muy interesante si lo comparamos con lo que era el catolicismo de la época: persecuciones, el Santo Oficio y la caza de brujas, conventos para las mancilladas, y por ahí sigue. Puesta a escoger, sin duda yo hubiera optado por el luteranismo, bastante ...
Consejos de mayores – Luli Delgado
Luli Delgado, 15a

Consejos de mayores – Luli Delgado

Decía mi mamá que siendo una niña, su tío Carlos, al reprenderla por haber dicho una inconveniencia, le había enfatizado categórico: “mijita, si no tiene nada agradable qué decir, cállese la boca”. Fue así como ella aprendió a morderse la lengua, y más adelante trató de enseñarnos a mordérnosla a nosotros. Digo trató, porque a veces las inconveniencias se salen sin darnos cuenta, o peor, dándonos cuenta, pero sin que nos importe, lo que las hace aún más venenosas. En fin. Otra señora, a quien conocí poco, aseguraba que a Dios se le había pasado por alto el décimo primer mandamiento: “No estorbarás”. Sabia señora, porque la verdad es que el que estorba poco siempre es bienvenido. Aprender el sutil arte de no estorbar, aunque supremamente difícil, marca una diferencia signifi...
El día en que me comenzó a gustar el amarillo – Luli Delgado
13a, Luli Delgado

El día en que me comenzó a gustar el amarillo – Luli Delgado

Aquí voy con otra de mis locuras, que comparto con ustedes aprovechando que estamos en confianza. Resulta que parece ser que lo que tengo es sinestesia, y de ahí mi asociación de números y colores. Vamos con los colores primero. Habría que averiguar mejor.Durante los primeros días de la pandemia, cuando pegada a las noticias, aprendiendo a usar máscaras y lavando todo con cloro, no me quedó otro espacio que no fuera para jugar. Me dio por los rompecabezas, y ahí fue que descubrí, o mejor reivindiqué, el color amarillo. Primero me acordé de que era bonito, después que combinaba bien con el rojo, y por último caí en la tentación de declararlo mi favorito.Pero no pudimos, el rojo siguió en la delantera, y el amarillo, que no se dio por vencido, siguió colándose por los palos, y como si nada, ...
Mi procesión ahora es por fuera – Luli Delgado
Luli Delgado, 11 a

Mi procesión ahora es por fuera – Luli Delgado

Desde que me volví “señorita” y durante muchos años, mi peso era perfecto y, modestia aparte, tenía una buena silueta. No porque me cuidara mucho, para mí no existía una relación directa entre lo que se come y lo que uno pesa, y desordenadísima comía cualquier cosa a cualquier hora.Dos meses después del nacimiento de Ceci, ya entraba en mis tallas anteriores al embarazo, y después, cuando comencé en serio a hacer ejercicio, a mis efectos era para aliviar el stress. Más nada.Una amiga que hace tiempo que no veo me dijo por FB: “niña! estás estupenda!!, a lo que tuve que responderle de inmediato que era una foto viejaEl tiempo fue pasando, y empecé a sentir que me vendría mejor una talla más, porque siempre me gustó la ropa holgada, no se vayan a creer…Hasta aquí sin novedad, pero con el “qu...
Unas letricas – Luli Delgado
Luli Delgado, 10 a

Unas letricas – Luli Delgado

Mi abuela contaba que en la ciudad donde ella vivía, cada familia tenía una forma particular de mezclar pigmentos y hacer su propia tinta. La de nuestra  familia, a base de onoto, era rojiza. Recordaba cómo era delicioso recibir lo que en genérico se llamaba “unas letricas” repasar las caligrafías maravillosas de cada uno y guardarlas con cintas de colores en orden de fechas y remitentes. Lo contaba con tal entusiasmo, que en nuestra familia las cartas adquirieron el genérico de unas letricas. Más adelante, la máquina de escribir pasó a ser la novedad que sustituía a las letricas manuscritas. Un poco menos encantadoras tal vez, había hasta quien opinara que era una falta total de elegancia y educación escribirle a nadie a punta de teclear Más adelante, la máquina de escribir pas...
La tentación del Packard – Luli Delgado
Edición 7a, Luli Delgado

La tentación del Packard – Luli Delgado

El papá de un compañero de la universidad se quejaba amargamente cada vez que tenía un problema con su carro: “Ah, si yo tuviera mi Packard, nada de esto estaría pasando. Esa fue una mala evolución. Yo nunca debí haberlo vendido”.La queja podía ser a propósito de cualquier cosa, desde que se le hubiera fundido el motor hasta tener que cambiarle un limpiaparabrisas. Estaba convencido de que a su Packard eso nunca le hubiera pasado.Sus hijos le explicaban una y otra vez, a ratos con paciencia, a ratos muertos de risa, que él había vendido ese carro hacía más de veinte años, y que de tenerlo hoy, ya sería un “carricoche”.Pero a él nada lo hacía entrar en razón. Vender su Packard había sido "una mala hora", como también se suele decir.Yo traigo la anécdota del Packard al tapete, porque quien m...
O amigo da onça – Luli Delgado
Luli Delgado

O amigo da onça – Luli Delgado

Dois caçadores batem papo em seu acampamento:"O que você faria se estivesses na selva e uma onça aparecesse de repente?"Eu atiraria nela.""Mas, e se você não tivesse armas de fogo?""Bem, então eu a mataria com meu facão.""E se você estivesse sem seu facão?""Eu buscaria um pau.""E se você não encontrasse um pau?""Eu fugiria.""E se você estivesse paralisado de medo?"O outro, já irritado, responde:"Me diz uma coisa, você é meu amigo ou amigo da onça?""O amigo a onça" foi criado por Péricles de Andrade e publicado na revista Cruzeiro entre 1943 e 1972. É sem dúvida uma das identidades mais sólidas para quem nasceu ou viveu no Brasil.O desenho retrata o típico ser irónico e politicamente incorreto, que gosta de fazer mal a todos os que encontra e que, em última análise, não é capaz da menor emp...
The way we were  –  Luli Delgado
Luli Delgado, 9a

The way we were – Luli Delgado

La primera película que vi donde los “malos” eran los protagonistas, fue Butch Cassidy and the Sundance Kid, por allá por 1969. Robert Redford y Paul Newman, robaban bancos, se caían a tiros con la autoridad y compartían la misma novia.  Y de paso eran simpatiquísimos y capaces de salirse con la suya. Poco más o menos que escandaloso, pero la disfrutamos mucho. La dupla apareció de nuevo en 1973, con el más inolvidable todavía El golpe, enmarcado en plena depresión, y con una trama, que si no le ponías cuidado no entendías, porque era sobre apuestas paralelas con carreras de caballos. El tema musical terminó sirviendo para los servicios de espera telefónica, pero en su época marcó furor. Y así nos fuimos acostumbrando a ver en la pantalla a Robert Redford, quien además de buen...
La escalera de mi tío Colin – Luli Delgado
edición 6, Luli Delgado

La escalera de mi tío Colin – Luli Delgado

A mis cinco o seis años, durante una sesión de cine de familia en la casa de mis tíos, hubo necesidad de rebobinar uno de los rollos. Y entonces la imagen de mi tío Colin, que venía bajando la escalera con uno de mis primos de la mano, sin más, ¡comenzó a subirla al revés!Aquello no se parecía con nada que yo hubiera visto antes y se me quedó grabado para el resto de mi vida.Más adelante supe que el milagro del movimiento corre paralelo a los prolegómenos del cine, y que en 1872 el inglés Edward Muybridge, gracias a una secuencia de fotos, captó por primera un caballo al galope. "…el cine se hace con cámaras capaces de captar veinte y cuatro fotos por segundo." También me enteré de que el cine se hace con cámaras capaces de captar veinte y cuatro fotos por segundo, que al ser proy...
Provisionalidad de los alfileres – Luli Delgado
Luli Delgado, Edicao5

Provisionalidad de los alfileres – Luli Delgado

Los alfileres no llegan para quedarse, ni hay que esperar de ellos una solución definitiva. Tienen una responsabilidad limitada, transitoria y relativa, pero tampoco se puede ser tan malagradecido, que de más de un apuro nos sacan. Si nos ponemos a ver, no son seres pretenciosos, ni prometen lo que después no van a cumplir. Sujetan dos partes, a ver cómo quedan, o sostienen mientras llegan el hilo y la aguja, pero no se les puede echar en cara que se nos vendan como una solución. Aún así los usamos y siempre tenemos uno a mano. Se me ocurre que a veces nos pasa lo mismo con algunas personas o situaciones, que a pesar de saber de antemano que ni llegaron para siempre, ni son la solución definitiva, igual se lo agradecemos muchísimo cuando aparecen. El compañero de avión, a q...
Amarillo – Luli Delgado
Luli Delgado

Amarillo – Luli Delgado

Aquí voy con otra de mis locuras, que comparto con ustedes aprovechando que estamos en confianza. En estos días me comenzó a gustar el amarillo. Fue durante los primeros días de la pandemia, cuando pegada a las noticias, aprendiendo a usar máscaras y lavando todo con cloro, no me quedó otro espacio que no fuera para jugar. Me dio por los rompecabezas, y ahí fue que descubrí, o mejor reivindiqué, el color amarillo. Primero me acordé de que era bonito, después que combinaba bien con el rojo, y por último caí en la tentación de declararlo mi favorito. Pero no pudimos, el rojo siguió en la delantera, y el amarillo, que no se dio por vencido, siguió colándose por los palos, y no es nada, no es nada, se instaló en su honroso segundo lugar. Yo creo que mi locura por el rojo se remont...